Proceso de construccion de una guitarra artesana

La guitarra artesana es la suma de una gran cantidad de ingredientes, que hacen que el resultado final sea una obra de arte única.

De entre todos estos ingredientes destacan dos principalmente que son:

1. La madera

Cada parte de la guitarra requiere un tipo de madera especial, que estará previamente curada y secada durante años,  las cuales durante un laborioso proceso de construcción de dos meses formaran la guitarra.

Así, para el Aro y Fondo se emplean Ciprés Español o Palo Santo de India y Madagascar (dependiendo de si la guitarra será flamenca o clásica), para la Tapa Armónica se utiliza Pino Abeto Alemán o Cedro Rojo del Canadá, el Mástil o Mango se fabrica con Cedro de Honduras, y será el Ébano de India o Camerún el que conforme el Diapasón, La Tapilla o Tapeta (donde va el clavijero), la Cenefa y el Puente, está construido con Palo Santo de Río o India añadiéndole a éste último elemento la selleta que será de hueso de vaca.

Todas las maderas tienden a contraerse y resquebrajarse en condiciones extremas de sequedad, y a dilatarse cuando la humedad es excesiva. La climatología idónea para el oficio de guitarrero, serían unos valores que oscilarían entre el 55% y 65% de humedad ambiental.

Ninguna guitarra artesanal suena igual a otra. Cada corte de madera incide de manera distinta en el sonido final: por la clase de árbol, por la edad, por sus vetas, por su densidad. Será su particular sonido y varias diferencias del proceso de construcción lo que decidirá si una guitarra es flamenca o es clásica.

2. El tiempo.

Se pueden emplear hasta dos meses y mas de 300 horas en terminar de fabricar una guitarra artesana. Es un proceso largo y complejo, desde que se dibuja la silueta de la tapa sobre la pieza de madera hasta el encordado final. Un trabajo complicado, que requiere paciencia, destreza, arte y mimo en cada fase.

Cronología de la construcción.

Son innumerables las fases que el luthier intercala con períodos de espera en los que la guitarra reposa paciente, mientras la cola fragua, esperando el próximo movimiento de su constructor. Las prensas y las ligaduras de cuerdas ayudan a fijar las partes tras el encolado. Solo se requiere esa fuerza hidráulica unida al poder adhesivo de la cola para que la guitarra se convierta en una pieza inmortal, sin que la madera se deforme mientras cada parte se va uniendo al resto, como instrumentos que se van incorporando siguiendo a una gran orquesta, para interpretar juntos y en armonía una compleja composición musical. El luthier dirige con su batuta: para él, ahora un formón, ahora una lima, una cuchilla o un martillo.

Lo primero que se construye es la tapa de la guitarra, normalmente de pino abeto o cedro. Tras el cepillado de cantos, encolado de las dos tablas y posterior cepillado y regruesado de la Tapa (que ha de tener las veta muy juntas para ganar en sonoridad) se coloca la Bocas o roseta y los interiores (Sobreboca), se establece la disposición del varetaje del Abanico de la tapa armónica, que viene a ser el “centro neurálgico” de la guitarra, estructura clave en la que cada constructor tiene su particular técnica, a menudo secreta y que será muy decisiva para su sonido final ya que no siempre es igual, porque cada sonido requiere una forma distinta de abanico. El sonido es sensible a las propiedades de la materia prima, pero también al propio diseño.

Se construye el Mástil al que se le da un corte superior para invertir las dos piezas y formar un ángulo entre Mástil y Cabeza; a la parte inferior de este se le añade el Tacón.

Se encola Mástil y Tapa siendo muy cuidadoso de que ambas partes formen una perfecta linea recta.

Los aros, obtenidos de una pieza de madera distinta, se unirán después, reforzados por peones y cadenas, para darle al instrumento su inconfundible forma. Las máquinas intervienen únicamente lo imprescindible en la construcción de una guitarra artesana. Solo hacen el trabajo bruto, proporcionando el material listo para ser esculpido, tallado, limado. La máquina aporta precisión en el corte, pero es la mano del luthier la que aporta el alma.

Se rebajan en 90 grados los vértices de toda la guitarra a los que se le colocan Cenefas y el adorno del tacón,  un trabajo de marquetería que otorga el toque personal del luthier a la guitarra y al mismo tiempo define las uniones fondo-aro-tapa de la guitarra.

A continuación se realiza el trazado y cortado del Diapasón al que se le introducen los trastes que serán de alpaca plateada y se termina el Mango.

Llega el momento de “embellecer” el producto, otorgarle la piel a la guitarra  y entramos en la fase del barnizado para lo que se utiliza barniz de poliuretano, nitrocelulosa o barniz de goma-laca (“a muñequilla”, es decir a mano), se va tiñendo y resaltando el hermoso veteado y los contrastes claroscuros de las distintas maderas. Porque hasta este aspecto puede influir en cómo sonará esa guitarra en la prueba final.

Es la culminación de un largo trabajo, el momento de mayor satisfacción para el luthier : escuchar la madera, sentir cómo el instrumento responde a su trabajo, como cada parte se ha integrado correctamente y cumple su función. Ser testigo de todo el proceso al completo es algo que maravilla a la vista. Un espectáculo que embelesa, que hipnotiza ver como se puede convertir un basto trozo de madera en un objeto capaz de emocionar, de producir un sonido tan puro a partir de elementos, casi en su totalidad, naturales.

Acaba de “nacer” un nuevo instrumento, una obra de arte.

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